• El Girona gana por pegada

    Fútbol

    19-03-2021 22:19:15

    Jesús Izquierdo · Las Palmas
    El Girona sale de su depresión a costa de una UD Las Palmas muy blanda en defensa. Los amarillos se adelantaron en la primera parte, pero dos golpes del Girona, directos al mentón, noqueó las ilusiones canarias por asomarse al selecto club de los equipos que luchan por más cosas que vivir en la tranquilidad que da la zona de confort.

    El baile de cortejo duró demasiado. Quince minutos, para ser exactos. Lo que tardó Jesé en lanzar un latigazo seco que se marchó rozando el poste de Juan Carlos. El Girona también tuvo una en la primera parte. La de Aday de disparo cruzado, que sacó con solvencia Álex Domínguez. En una primera parte en la que no pasaban demasiadas cosas, y cuando el descanso estaba tocando a la puerta, llegó el penalti del Girona. Álvaro Lemos penetró con inteligencia y dejó que Bustos hiciera el resto. El jugador del Girona cumplió aquello del delantero en área propia; se saltó el semáforo y atropelló al capitán de Las Palmas. Desde los 11 metros, el propio Lemos, no falló para poner el primero en el marcador.
    Del túnel de vestuario salió un cóctel muy diferente. En el primer minuto un gol -bien anulado- de Las Palmas, y en el segundo minuto, gol de Girona. Un pésimo pase de Rivera hacia su defensa, se convirtió en una asistencia para Sylla, que aprovechó la salida a destiempo de Domínguez, para rematar a portería vacía. El gol del Girona, abrió el partido y con ello, los espacios.

    Y al espacio, el Girona trabaja cómodo. De eso se dio cuenta Francisco y cambió el modelo de juego. De un balón largo sin aparente peligro, Sylla sacó una oportunidad de oro. El senegalés dejó atrás a varios defensores, pero fue Couto el que aprovechó a desconexión de la defensa para cruzar un duro remate a la red en el minuto 63. Con el 1-2, Las Palmas volvió a ver fantasmas del pasado. Esos que le recuerdan que con muy poco, cualquier equipo le hace daño.

    Los últimos minutos, el balón fue para los canarios. Pero había más cabezas mirando al césped, que a la portería rival. Juan Carlos nunca temió por el empate, más que nada, porque ni los jugadores canarios lo pensaron